sábado, 22 de abril de 2017

Carta a las Fuerzas Armadas

Señores FANB,

Entre la impotencia y la exasperación que siento día a día tras salir pacíficamente a protestar y ser inhumanamente reprimida, decidí familiarizarme un poco con la tan “respetada” constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela.

El articulo 328 del capitulo III me causó especial interés. Dice así:

La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación … En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación...”

Como podemos apreciar, la misma constitución, la cual nuestro “señor” presidente Nicolás Maduro cita con la cabeza en alto y el pecho lleno de orgullo, dice que las Fuerzas Armadas no actuarán bajo ninguna tendencia política, pero aparentemente dicha ley quedó solo entre tinta y papel.

Corríjanme si estoy errada, pero hoy por hoy, se juramentan sobre un discurso que dice que son “socialistas, revolucionarios, chavistas, patrióticos, y 100% venezolanos”. Dicha declaración no hace otra cosa sino contradecir lo que dice la ley fundamental de nuestro Estado. Paso también por dejar claro que no merecen, bajo ninguna circunstancia, el privilegio de calificarse como VENEZOLANOS. Porque el Venezolano es respetable, honesto, luchador y siempre vela por sus hermanos de patria; ninguna de esas características implica amedrentar a quienes piensan distinto.

El citado articulo también hace referencia a la independencia de la Nación y su responsabilidad de asegurarla. No me causa ni el más mínimo remordimiento tildarlos de hipócritas cuando están actuando en contra de la libertad del pueblo, en vez de acatar lo que tan honrado documento establece.

El articulo 329 del capitulo III dice que “El Ejército, la Armada y la Aviación tienen como responsabilidad esencial la planificación, ejecución y control de las operaciones militares requeridas para asegurar la defensa de la Nación.

La Real Academia Española define el verbo defender como la acción de “amparar, librar y proteger.” Gracias a Dios, tuve una educación lo suficientemente completa como para saber que ninguna de sus acepciones abarca la represión a la que estamos siendo sometidos por ustedes, bajo ordenes de un gobierno tirano y corrupto.

Amparar no significa ahogar al pueblo en gas lacrimógeno o vestir de perdigones a quien defiende sus derechos y su forma de pensar. Vale acotar que según nuestro jefe de Estado, Venezuela actualmente se rige por una democracia, cosa que implica que todos los civiles tenemos derecho a la libertad de expresión.

Librar no se define como el acto de extorsionar, amenazar y encarcelar a un grupo - mayoritario - de ciudadanos que están en desacuerdo con el plan de gobierno que arropa nuestra realidad.

Y por su puesto, no cabe duda que proteger es el antónimo de matar. Entonces, ¿Por qué juran proteger al pueblo si sus acciones no hacen más que combatir esa promesa? ¿Por qué arrebatan la vida de personas con quienes hicieron un compromiso?

Escribo y concluyo en honor de todos los que se han visto afectados por su tan mencionada “paz”. Por los detenidos, por los heridos, por los que han sido y los que serán. Rindo homenaje a todos los que se fueron como héroes sin querer serlo.


Andrea Corina Dávila Niño
25.304.950 

jueves, 22 de septiembre de 2016

No puedo decir que conozco a una Venezuela previa a 1998 pues nací en el 96 y he tenido la desdicha de vivir en una tierra caótica durante, prácticamente, toda mi vida. Siempre escucho como la gente relata aquella Venezuela que hoy sueño con conocer; un país lleno de energía, de gente feliz y de paisajes soñados.

Desafortunadamente, eso cambió 2 años posteriores a mi bienvenida al mundo. No fueron pocos los que se dejaron envolver por palabras bonitas y promesas inconclusas, y hoy estamos pagando un error que no todos cometimos.

Qué pasó? Hugo Rafael Chávez Frías se hizo cargo de nuestra patria para dejar atrás aquel paraíso del que muchos hablan. El país fue envuelto por un régimen tirano y sin darnos cuenta nos vimos cubiertos por un manto de miseria, necesidad y tragedia.

Han sido años de desgraciar el país poco a poco, en un tiempo que transcurrió a su ritmo pero con la ilusión de haber desacelerado el paso. Más de una vez sentimos emoción al pensar que podríamos recuperar esta tierra que tanto amamos, por la que hemos sudado, luchado y llorado, pero se derrumba el anhelo cada vez que sentimos que finalmente podremos respirar un aire de libertad.

Hoy en día, Venezuela no solo sufre la escasez y la inseguridad, sino un reflejo de lo que este gobierno, que ha sido delegado, nos inculcó durante los 17 años que han transcurrido: odio. El pobre y su resentimiento por el que más puede, y el que puede con rechazo al resentimiento del pobre. El dinero se ha vuelto una frontera social que nos ha separado en dos bandos que se caracterizan por seguir distintas doctrinas políticas.

Será posible que nuestra tierra transite por el camino de la cultura de la paz? Pues la posibilidad siempre está presente, el problema son los obstáculos a ser sobrepasados para siquiera llegar al inicio de ese camino que bien sabemos que existe, pero que no hemos logrado recorrer en mucho tiempo.

Son tantos los factores a considerar y los cambios que se deben efectuar antes de poder llegar a una remota idea de paz. En principio debe haber una participación absoluta para el proceso de reconciliación entre las masas. La cooperación externa debe mejorar, se debe reforzar la sociedad civil, mejorar la gobernabilidad, democratizar las instituciones, llevar un régimen inclusivo con transparencia, cesar las hostilidades, mejorar la seguridad, sostener diálogos y crear comisionados de paz. Es necesario un cambio de las actitudes de los actores armados, pues los que prometieron protegernos, hoy arremeten contra nosotros bajo ordenes de un sistema que no vela por su pueblo. Cómo se logra la paz cuando no existe justicia social?

Freire dijo en 1986 que “la paz se construye con la superación de las realidades sociales perversas”, pero cómo se supera algo que día a día es reforzado por quien debería eliminarlo? Cómo se reduce la violencia para acelerar el paso hacia ese camino si en el país esa es la base de acción para una porción importante? Cómo se inspira la cultura de la paz en donde no hay respeto por la vida o por los derechos que implica la misma? La paz es antónimo de desigualdad, y he ahí el grandísimo problema.

Pero a pesar de todo los argumentos que tengo para dar un “no” como respuesta a la pregunta planteada, por lo contrario, pienso que sí es posible. El gobierno es parte importante del proceso de desarrollo y de la pacificación de una sociedad, pero es el pueblo el que tiene la última palabra.


Si bien estamos atados a un egoísmo superior, podemos nosotros mismos dejar de ser egoístas.  El proceso de reconciliación puede ser largo y difícil, pero el primer pazo a la paz es la intención de llegar a ella.


Andrea Corina Dávila
25.304.950

viernes, 27 de febrero de 2015


Señor Nicolás Maduro,

Me refiero a usted como señor porque crecí bajo ese régimen de educación, pero con todo el derecho, le digo que usted no es digno de tal arquetipo.

La palabra “señor” propone heroísmo, nobleza, honradez, educación. La palabra “señor” se refiere a aquel que es merecedor de respeto. Por ende ,
me atrevo a decir que “le queda grande”.

No es difícil explicar el porqué, pues son varias las razones:
Porque un héroe no es quien arremete contra su pueblo. Por lo contrario, un Señor pondría “sangre, sudor y lágrimas” para proteger a quienes duermen sobre sus tierras, comen de sus cultivos y respiran sus paisajes. Porque ser noble no es sinónimo de ser ladrón, corrupto. A diferencia, un Señor nunca se haría rico a raíz de la pobreza de otros. Porque el significado de “honradez” incluye el ser honesto, razonable, justo, y ninguna de sus acepciones se refiere a la violencia, a la tiranía o al homicidio. Porque ser educado no se trata de promover la ignorancia con el objetivo de corromper a quienes, entonces, no saben diferenciar entre el bien y el mal. Porque el respeto no se obtiene mediante represión, intimidación, amenaza o soborno. 
Me dirijo a usted con la frente en alto, pero el corazón en pedazos, y quiero preguntarle: ¿Desde cuándo PAZ se escribe con SANGRE? 
Esta es mi patria querida, y quiero que “sus recuerdos al atardecer me hagan mas corto el camino” si algún día me toca partir a tierras mas altas, pero cuando la inspiración que me da una montaña y el sentimiento que me produce un tricolor en el cielo se combinan con tiros, gritos, miedo e impotencia, la subida se vuelve más empinada.
En un país tan rico en paisajes, quiero poder decir que “entre sus playas quedó mi niñez” y no que sobre sus calles quedó mi cuerpo y mi sangre. Quiero poder salir a la calle, a disfrutar de un territorio que tengo la dicha de poder llamar mi país. Porque haber nacido en estas tierras es el honor más grande, pero tener que vivirlas bajo este mando, es el mayor infortunio.
Venezuela se merece quien le de aires de libertad, calles rebosantes de alegría y alguien que le de valor a los tres colores de su bandera, en vez de darle vida a la tercera franja. 
Duele ver a la gente partir, duele la vida de todos los que se las han arrebatado, duele ver como tanto potencial se va con el respiro de un motor o con la indiferencia de una bala. Duele el sufrimiento, la impotencia, la rabia. Duele el llanto de una madre por su hijo de 14 años asesinado por quien debería cuidar de él, duele quienes se fueron como héroes sin querer serlo.
Por eso, Nicolás, me doy la libertad de decirle que usted no es un señor, y tampoco un presidente.
Andrea Corina Dávila Niño


C.I. N° 25.304.950